martes, 21 de agosto de 2007

La Venus

El salón estaba atestado de sillas y gentes desconocidas que miraban inquisitoriamente cada movimiento del escultor. Unos cuantos respiros fuertes bastaron para olvidarse de los verdaderos conflictos que lo rodeaban, sin embargo las indiferencias circundantes de los espectadores cristalizaron su malestar en el reflejo absurdo de los mil fragmentos de pared de cristal del fondo distrayendo de vez en cuando su atención.
Una mujer de corta edad juzgo al oído de una señora gorda con cara de perversa las soledades del cristal y las molestias ocasionadas por su ignorancia, una curiosidad se instalo en el sobrio aire a cultura y las disculpas estuvieron de mas en aquella tos del señor de adelante.

- Deben ser la falta de ideas - dijo el doctor Quesada a su esposa.

Entonces el escultor entendió que no era correcto trabajar con publico mientras moldeaba el mármol, que era mejor mantenerse en la soledad de su estudio y no brindar mas espectáculos de esta índole. Pero era tarde y de a poco la tribuna empezó a descontrolarse, a hacer pedidos extravagantes y lo que comenzo siendo una voz callada y tímida termino en gritos y cánticos subidos de tono.
Unos pedían rapidez, otros precisión, que le sacara un poco mas del sobrante aquel a la derecha o a la izquierda, y asi todos empezaron a opinar mas fuerte y a discutir sobre la conveniencia de utilizar lineas mas puras o trazos mas imperfectos. El artista siguió a pesar de todo.
A su vez y enfermo de ira el Dr. Quesada se levanto y reclamo en honor a su prestigio y buena familia que le permitieran cortar las partes pudendas de la pieza artística después de haber sido aplicadas rigurosas mordazas de una tierna seda hindú en la boca de mármol a la mujer, todo de un solo golpe certero con un bisturí de hierro caliente que eliminara definitivamente los pechos de su anatomía, que a su entender resultaban muy impudicos y tan poco recomendables para la familia y las buenas costumbres.

- Esto es inmoral- gritaba la anciana sentada al frente, para ver mejor de cerca, buscando con la mirada y los gestos la complacencia de los demás espectadores.

El trayecto último del artista y sus manos cansadas quebraron el aire que interceptaba la afilada hoja del cincel y el cuerpo inerte de la escultura en dos oportunidades, se sintió un sonido similar al de la muerte, un olor a alcohol y finalmente la caída interminable de dos de los trozo de aquella hermosa figura humana que rebortaron tres veces en el frió piso de mármol.

- El show ha terminado para siempre, retirense ahora- dijo el escultor sin que nadie lo escuchara en el medio de la batalla librada, mientras salia del salón abucheado y recibiendo los incontables impactos de diversos objetos contundentes.

Todos los concurrentes se fueron indignados esa noche. Entre insultos y agravios, entre golpes y malestares dejaron vació el salón y un poco mas tarde un señor encargado de la limpieza recogiendo la basura encontró a los brazos de la Venus mas muertos que nunca llorando de risa en el suelo.
Se los llevo como souvenir.

1 comentario:

JeJo dijo...

Llego desde Cuentos mínimos ... espectacular lo que aquí encuentro !
Felicitaciones por tu trabajo y saludos ...