viernes, 10 de agosto de 2007

Sector 32.


Nadie quería el sector 32. Nadie lo conocía pero todos suponían que caer en él era similar a la peor desgracia en la vida, al cansancio extremo y la posterior muerte cerebral de los restos de materia gris con los que uno entraba el primer día por decir algo. La cuestión es que eran épocas de reestructuración y en la empresa se venían concretando ya varios cambios de área, justamente a María la chica rubiecita de ojos saltones, la habían trasladado a embalajes, creo que a la parte administrativa y a Carlos Frey lo habían sobornado con un aumento de sueldo para que sin chistar permaneciera en el sector que estaba.
Mi área no tenia demasiadas dificultades, acomodar unos papeles, sacar copias, revisar expedientes y después dormir una horita o dos cuando el jefe se rajara antes a la casa.
Como todo trabajador añejo conoce en toda oficina los rumores corren con demasiada velocidad, entonces cuando me entere de los cambios empecé a temer lo peor, el desconocido y tan escalofriante sector 32. Las condiciones me jugaban en contra porque era el mas nuevo y tenia todas las de perder pero a pesar de todo todavía conservaba las esperanzas, después de todo si me tocaba el pase era solo cuestión de ponerle el pecho y adaptarse a un trabajo distinto nomas. El martes pasado en un pasillo me arrime a Álvarez y le pregunte en voz baja como era el sector 32, asustado me comenzo a increpar porque preguntaba, o si sabia algo de los pases y demás, después dio media vuelta y se fue a su puesto de trabajo, levanto el teléfono y pude escuchar como entre sollozos llamo a su esposa para contarle la posibilidad de que lo trasladen como si se hubiera concretado la mala nueva.

- Este tipo es un cagón - pensé – no puede ser que tenga miedo de un laburo-.

A lo largo de la semana las noticias siguieron corriendo, a Mario el gigante de seguridad lo trasladaron a planta, y cada tanto el fatídico numero 32 resonaba en la oficina con temor. Ninguno preguntaba demasiado sobre esa área, parecía que todos aprendieron a esquivar el tema como sea y olvidarse de todo aquel asunto tapando la realidad.
En cuanto a mi, la curiosidad pudo mas y comencé a hacer una pequeña investigación al respecto. Revise las cajas de Amalia y leí todo lo que pude con respecto a los paquetes que pasaban de las diferentes áreas, pero no pude encontrar nada.
A la mañana siguiente llegue al trabajo un poco mas tarde porque se retraso el colectivo y al entrar a mi sector sentí una sensación rara, la gente se paseaba mas nerviosa que de costumbre en la entrada y Amalia lloraba sentada en una silla mientras era consolada por Álvarez que no podía disimular su cara de espanto. Nadie me había saludado, nadie me hablaba.
Al rato llego el jefe con la novedad. Se tomo su tiempo después se acerco a mi escritorio, me miro con un dejo de maldad a los ojos y me dio la noticia: me habían trasladado al sector 32.
Amalia pego un grito casi desaforado al oírlo nuevamente, Álvarez se acerco a ella, la abrazo con fuerza y temblando le ofreció un vaso de agua y su pañuelo azul. No me quedaba otra así que tome coraje y sin meditarlo me levante de la silla, agarre mis cosas y renuncie esa misma tarde.

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