jueves, 2 de agosto de 2007

Un adios.

Una voz intranquila me dice que no debo escucharte ahora, que espere otro tren y me calle la boca aunque duela morderse los labios, aunque sangre en el intento. Me miro de reojo en algún espejo y no me encuentro, quiero creer que vos estarás hablando de mí por otros nuevos rincones, cansada como siempre, especulando cosas y revisando estrategias de planes ya infructuosos que solo ayudan a contaminar más tu alma. La ecuación de los días después ira marcando despacio el destino que nos toque, y se que con una luz oscura y perfecta alguna otra esperanza estará esperándome agazapada en alguna calle de algún barrio.Es el alma de las cosas que me rodean lo que me ayuda a comprenderte sin hacerlo, y las sensaciones extrañas me encuentran jugando a la víctima que aguarda la puñalada trapera sin sentirla demasiado, como una suerte de alivio ante la larga espera. Mas tarde el incendio en mi mano, quemando tabaco sin cesar, las corridas y el aliento a vino barato inundando el lugar, mi lugar, que alguna vez pensé que tanto querías, ahora sera mi cobijo. El tiempo hará el resto y con unas cuantas dosis de desvelo esta “cosa”, porque no encuentro otra manera de nombrarla, se ira diluyendo. Me estas matando linda, y lo sabes mejor que yo, pero que puedo hacer.Así están dadas las cosas, el zapato apunta a la puerta de salida y mi cuerpo no tiene otra cosa mas que seguirlo sin pensar.

No hay comentarios.: