jueves, 2 de agosto de 2007

Tres caminos.


Tres caminos o de aquel cuento medio raro que ofrece la posibilidad de ser leido de tres maneras:

1- Todo de corrido.
2- solo las partes en negro.
3- solo las partes en rojo.

Maldito el día que me prestaron ese libro. Mariana venía hablándome como hace una semana de todas aquellas historias pero sin contarme mucho, para que me interesara y terminara pidiéndole más datos. Pero a mi leer no me gusta tanto como mirar televisión o andar en bicicleta o en todo caso comer un buen asadito, como si estas cosas tuvieran algún vinculo entre si.
Todo sucedió de manera gradual, un día decidí no pisar mas los elementos metálicos, esos que creo son de agua que están en las veredas, luego no podía cruzar la calle sino era por la mitad de cuadra y un segundo antes de que el semáforo de la luz verde casi como adivinando. Después opte por hacer desaparecer de mi camino a todas las líneas de las baldosas, mas tarde a las lisas y termine caminando por el costado de la calle sin importar la hora, claro que siempre esquivando los pozos y demás imperfecciones. Sin embargo eso no era nada, salir a la puerta de calle era lo peor ya que de una manera u otra tenia que pisar la vereda de mi casa, por eso y como única excepción a las reglas opte por solo pisar un grupo selecto de no mas de 10 veredas que cubrieran los menesteres básicos de supervivencia, es decir el trabajo, el supermercadito chino y la casa de algunos amigos. Toda esta situación como podrán imaginar trajo algunos otro inconvenientes graves. La franja horaria para poder salir a divertirme a algún lugar iba desde las 15 hs hasta las 22 hs, pero como cada vez se hacia mas difícil esquivar los obstáculos opte por no salir mas de mi casa, salvo que surgiera alguna emergencia. Perdí algunos amigos, otros cada tanto pasan por casa, pero los atiendo desde la puerta por temor a que acarreen los gérmenes de la calle y los depositen en mi casa. Sin ir mas lejos el martes pasado una vecina se quedo sin teléfono y tuvo que usar el mió, la hice pasar pese a que no podía disimular mi miedo y una sensación de asco, por eso desde ahora solo uso la computadora para hablar con el afuera porque al teléfono lo tuve que tirar, como imaginaran no me quedaba otra opción.
Ahora que analizo con mas tranquilidad mis últimos meses de vida llegue a la conclusión de que todo comenzó con Mariana y su tediosa obsesión por que leyera lo que ella había leído, lo que en definitiva me trajo hasta esta situación.
Todavía recuerdo como ese libro perturbador llego a mi como no debería haber llegado y sorpresivamente cambio radicalmente mi forma de ver la realidad, fue algo así como una trompada en el abdomen bien puesta, o aun mejor, como cuando uno se encuentra con alguien al que hace mucho tiempo que no ve pero que en realidad no le cae muy en gracia y sin quererlo, o a propósito, después de alejarse unos pasos para seguir con su día, uno termina comparándose según como le fue en la vida con aquel casi desconocido. De alguna manera extraña una comparación absurda, necesaria o inevitable suele surgir despues de estos sucesos aunque todavía no se muy bien porque sucede casi como si se tratara de un acto reflejo.
Por otro lado es cierto que en los últimos meses baje algo de peso, lo que pasa es que desde que abandone la carne y las verduras, la fruta fresa de color rojo pese a ser muy rica no logra saciar mi apetito. No importa, no importa, ya esta a eso por ahora lo compenso con Coca Cola y chocolates de menta importados de Alemania, pero me pregunto hasta cuando podre aguantar. Actualmente mi entorno se convirtió en esta silla marrón en la que escribo, una mesita azul y mi computadora. Pero paremos un momento que no me quiero ir del tema. Fue ese viernes por la mañana que Mariana me entrego aquel libro antes de que nos fuéramos a visitar a unos amigos, me acuerdo de cuando todavía no me importaba demasiado donde pisaba al caminar o como estaba preparado lo que comía, yo lo agarre lo metí en el bolsito rojo donde llevaba los botines, así como así, prometiendo leerlo esa misma noche con un entusiasmo un poco fingido para calmarla a ella y su emoción evidente.Esa noche al llegar a casa abrí el bolso sin ninguna intención de leerlo, solo quería ojearlo un poco, sin embargo el titulo del cuento me atrajo y termine leyendo casi por azar.
Ahora que pasó el tiempo desde aquella perturbadora lectura en la que quede completamente poseído por aquellas palabras, reflexiono y me siento mas convencido de que no pienso salir más de esta habitación. Allá afuera hay muchos peligros inminentes, muchas maldades y fantasmas acechando, y solo espero que esta maldita enfermedad literaria como me dijo el doctor que se llamaba se me pase prontoya que de lo contrario las cosas se irán complicando todavía mas.
Ha casi me olvido de decirles “Casa Tomada” era el nombre del aquel cuento.

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